A continuación extraemos una serie de fragmentos de los más significativos del artículo aparecido en El Mundo de Alfonso Galindo y Enrique Ujaldón (profesor de Filosofía Política y catedrático de Filosofía respectivamente), y que consideramos dignos de tener en cuenta:
"...Una sociedad como la
española, fragmentada, empobrecida, debilitada e indignada siente la tentación
de dejarse seducir por la llamada directa a la movilización homogénea, urgente,
emotiva y populista que lanza ese movimiento. Una llamada a la fusión entre representantes
y representados, a las soluciones rápidas, voluntariosas y acríticas; una
llamada reactiva al rechazo total de lo establecido más que al análisis
pormenorizado y frío de la viabilidad y conveniencia de las propuestas de
futuro; una llamada a la entrega a un movimiento que más que social o político
es moral. Una lectura atenta del programa de Podemos permite interferir la
difusa, inquietante y añeja moralina que impregna muchas de sus propuestas
(creación de empleo «decente», un uso «ético» de los fondos europeos, una
fiscalidad «verdaderamente justa», una «democratización real» de los medios de
comunicación, etc.). Las medidas que propugna no buscan el perfeccionamiento de
las instituciones liberales y de su funcionamiento; buscan su destrucción y un
aumento sustancial del ámbito de acción y soberanía del Estado, que es
presentado bajo la coartada de que equivale sin más a la voz del pueblo. Tal
inflación de Estado es cualquier cosa menos una novedad en la historia
contemporánea, y sus consecuencias son de sobra conocidas. Como tampoco lo es
oponer democracia liberal a democracia «real», «directa» o «radical», que son
adjetivos que dotan a la democracia de un sesgo inquietante.
Tal
democracia directa implica que, independientemente de las propuestas concretas,
el discurso de Podemos subestime las mediaciones y los procedimientos que
habrán de conducirnos a los fines deseados; al contrario, el movimiento se
limita a proclamarlos en voz alta y exigente; si no se consiguen, siempre se
encontrarán los oportunos culpables. Estos rasgos, y otros muchos, traslucen
una comprensión de la democracia en términos de identidad de un pueblo sin
fisuras y en movimiento, de homogeneidad. No es extraño que en Cataluña no suba
tanto como en otros lugares: ERC ya cumple ese papel..." . Para poder ver el artículo completo pincha en el siguiente enlace: Podemos, un movimiento repetido